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Mostrando las entradas etiquetadas como cotidianeidades

COT_idianeidades. Mudo

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          Mudo Mudo, sordo, ciego, extinto me siento cuando las palabras no fluyen. Cuando las oraciones montan del revés. Nada soy sin voz, nada sin letras, nada sin orden. Desterrada mi prosa y exiliadas mis rimas en un silencio trabado, obligado. Es entonces cuando el corazón de los sonidos deja de latir y duerme. Después, en plena agonía, un grito contenido trepa por la sombra de la ignorancia y un libre mutismo nace del silencio cautivo. Me oigo, vocalizo y mi lenguaje alumbra destellos callados que nacen fraseando siseos entre dientes. Es el silencio que decide por sí mismo seguir siendo silencio… ¡Vaya mierda de vino que me han servido!    

COT_idianeidades: Sonsonete irreverente

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  Sonsonete irreverente. No me despido.  Sigo aquí… a veinte palmos del suelo. Os miro, os veo, os siento… ¡a todos!: Familia, amigos y enemigos —que alguno hay— y lloro de felicidad, si es que un alma en pena puede llorar de algo o por algo. Dijo Lavoisier: “ La materia  ni  se  crea ni  se destruye ,  sólo se transforma ”. Siempre me he preguntado si, llegado el momento, tendría la oportunidad de elegir y si es así quiero ser música, y más aún, canción, y más todavía, un dueto, y más si cabe «Vogliatemi bene».  Pero mientras muero, tanto me vale Puccini, como mi otro músico de cabecera, «el Llach» :  «Ara sols queda la música, Eudald ah, si no fos per la música, Eudald que ens obre empare a tantes ànsies que omplen d'angoixa el cor». (*) Así que, alargo mi presencia unos minutos más en este valle de lágrimas y con las mías os dejo. (*) «Mira cómo suena la música, Eudald, aún nos queda la música, Eudald, para que nos conmueva, para que nos una, para que nos traslade all

Este jueves, relato: Los colores de mi silencio.

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Esta noche, entre sueños de verdad y pesadillas de mentiras, he visto los colores de mi vida. Alegres, vibrantes, luminosos con los que empecé a construir mi aventura. Grises, tristes, oscuros con los que la termino. Junto a ellos, con una fluidez aparente como algunos de esos colores, he inventado personajes amarillos, tiempos grises, lugares verdes, motivos negros y excusas malvas. Con un racionalismo académico, para variar, he ubicado fechas azules, amores blancos y desamores blancos también. Con una nitidez hipnótica he acariciado pieles cremas, pechos sonrosados, espaldas marrones y labios rojos. Cómplice con el silencio de todos ellos oigo su sonido callado que, dormido, recorre todo mi interior. Un libro multicolor con forro de celofán transparente, hojas satinadas en violeta y las cubiertas encuadernadas en charol magenta. Son las siete y el despertador no para de sonar. Me incorporo lentamente, abro los ojos y me recreo en mi recuerdo nocturno.  Lo he so

Este jueves, relato: Blanco y negro.

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En mi familia cuando jugábamos al dominó, el que tenía el seis doble, además de empezar la partida, la ganaba. En mi familia siempre se han hecho trampas en los juegos de mesa. Sin embargo sacar a colación en este momento el dominó, no es necesariamente por el resultado, ni por el entretenido placer de mover y mezclar las fichas después de cada mano, ni siquiera por la obligada y asumida norma de mantenerlas en erecta verticalidad mirando al cielo. En mi familia el dominó era muy particular: lo negro era blanco y lo blanco, naturalmente, negro. La parte posterior de las fichas era de un insolente blanco hueso y la delantera, la que mostraba la numeración era negra, con los círculos en blanco. Nunca he sabido por qué, ni cómo llegó ese dominó a mi casa. Desde hace años, jugar al dominó con las fichas normales, es todo un aburrimiento. Más blancas y negras con Matices 

Este jueves, relato: Sucedió a bordo de un MG METRO.

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             Por primera vez y sin que sirva de precedente, voy a alejarme 180 grados de la ficción y bucear en la realidad. Una historia tan verídica como indecente y, no sé hasta qué punto verosímil; pero así es como sucedió y así es como la cuento.  Fue en coche, uno pequeño y blanco. Sonaron tres veces las campanas del Miguelete, cuando esto sucede después del mediodía quiere decir que son las 15:00. Terminábamos de tomar el aperitivo de esa mañana de sábado con el que Regina y yo habitualmente despedíamos la semana laboral. Como con un gatillo recién disparado la miré y le dije: Si me pagas el hotel, te invito a cenar en Arzak. Regina, que se apunta a un bombardeo, pidió la cuenta de la cerveza  y las aceitunas, y me arrastró a casa a por una muda limpia. Al pasar Teruel empezó a llover y la conducción era lenta y la demora en la carretera la hacía más inquietante aún. La mesa estaba reservada para las 21:00 horas. En Zaragoza, llevábamos una hora de retraso sobre el h

Este jueves, relato: Tranviario

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             Decía que se paraba echando piedrecitas por un tubo hasta que estas cubrían la vía. Lo recuerdo en los días de lluvia, yo iba a su lado, y me dejaba tirar puñados de arena gorda por el embudo cuando nos aproximábamos a la parada; él, al mismo tiempo, reducía la velocidad con la mano izquierda, girando la manivela que se deslizaba circular sobre un especie de reóstato; mientras, con la derecha, daba vueltas a un gran volante metálico que frenaba presionando las ruedas de acero.       Vestía de gris, pantalón y chaqueta con botones cromados hasta el cuello, apenas se adivinaba la orilla del cuello de su camisa blanca, hasta que después de las primeras horas se desabrochaba un botón evitando apreturas incómodas; sólo uno, dos hubiese sido un atentado al buen gusto y decoro. Completaba su uniforme con una gorra de tela dura, también gris, y visera de plexiglás negro.       A veces iba de cobrador: "¡Billetes por favor!" Preguntaba cruzando el tranvía de atr

Este jueves, relato: Cómo somos de solidarios los humanos.

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Solidaridad es una palabra que se estaciona en nuestra boca y casi no nos cabe. Esculpe una pequeña esfera en la mejilla como cuando saboreamos un “chupa-chups” demasiado grande, y al igual que el dulce caramelo, la palabra, la llevamos de un lado a otro haciéndola bien notoria. Ninguno de nosotros somos dueños de alguna parcela de poder en este mundo, salvo de esa tan cercana como lo es el devenir de nuestra familia y por extensión el del vecindario más próximo. Tenemos que ser prácticos con nuestra solidaridad y transcender al menos en lo que alcanzan algunos de nuestros cinco sentidos.    El barrio es un submundo lleno de estímulos a flor de piel, se podría decir que es un añadido al resto del universo con colores propios. Ambos parece que funcionan a pesar el uno del otro. Pero sólo es una apreciación, pues el Barrio es receptor directo de los accidentes universales, y no obstante la primera y única víctima de los personales. En el barrio, desarrollamos nuestra in

Este jueves, relato: "Tomarle el pulso a los Jueves"

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Erase una semana que no tenía jueves. Todo era preguntar por qué, pero nadie sabía responder. Algún error en la impresión del calendario había dejado esa semana -únicamente esa- sin el día del medio. No me lo podía creer, una y otra vez los repasaba, perplejo, incrédulo, y sólo contaba seis. Del miércoles pasaba al viernes, dejando un sospechoso olor a vacío inexplicable, más propio de un mágico maleficio que de un error tipográfico. El miércoles noche sonó la última campanada del reloj de pared que cantaba las horas y contaba los días, y la temida bienvenida al primer minuto del viernes no se hizo esperar. ¿Dónde estaba el jueves? ¿Cómo se había perdido? Hasta llegué a dudar si... habría existido alguna vez. Tal era mi preocupación, ansiedad y desconcierto que exigí una explicación al hacedor del tiempo, y este me contestó: "Los Jueves, como cualquier cuerpo que marcha sin parar, necesita ajustes periódicos. Inspecciones emocionales. Analíticas de contenido para deter

Este jueves, relato. Emociones y onomatopeyas

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¡Rinnnnnnng!¡Rinnnnnnng!¡Rinnnnnnng!  El teléfono sonaba una y otra vez, y una y otra vez, me resistía a descolgarlo; hacerlo, suponía enfrentarme a una dura realidad, para la que en en ese momento no estaba preparado. Como un niño grité al vacío, tapándome los oidos intentando esconder su sonido: ¡Eeeeeeeeea! Eeeeeeeea!¡Eeeeeeeea! No me podía engañar de forma tan tonta. Si no la quería atender, no la atendía, y en paz. ¡Piiiiii!¡Piiiiii!¡Piiiiii! La cafetera me avisó que su contenido estaba a punto; sin embargo, en ese momento ya no me apetecía el café. Ni el café, ni ninguna otra cosa. ¡DingDong!¡DingDong!¡DingDong! Sonó el timbre de la puerta. No podía dejar de abrir, en algún momento del día, mi suerte podía cambiar. Era ella. No sé cómo lo hizo. Cómo pudo llegar desde su casa a la mía en tan poco tiempo. No vi cómo levantaba su mano, y... ¡Plas!¡Plas!¡Plas! Más emociones con sus ruidos en el Balcón de Casss.

Este jueves, relato: Información periodística.

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Un somero acercamiento al periodismo de ficción. En el prólogo del libro “Este jueves, relato”  -que no deja de ser un ejercicio periodístico que fija en fecha y papel las inquietudes de un colectivo- nuestro Jefe de Redacción Luis Arias más conocido por Tésalo, en un alarde de abstracción editorialista, subrayaba estas pequeñas joyas: “Una convocatoria es un abrazo, por lo tanto no hay lugar en ellas a imposición alguna…” “La vocación, ¡por fin!... ella es la clave”  “He sido de ti, como has sido de mí a lo largo de estos años, nos hemos hecho uno y otro cada jueves” Casi tres años después, las rotativas siguen escupiendo convocatorias y respuestas en un bucle que no parece tener fin. Desde mi columna, una más, me tomo la licencia de lanzar al aire esta “información periodística” que es un homenaje al padre de la criatura: Querido Tésalo, este jueves próximo podría ser más o menos el que hace 250. Mucha batería se ha consumido desde ese inicio del 2010 en e

Este jueves, relato: "Silencio y Vino"

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     Mudo, sordo, ciego, muerto… me siento cuando las palabras oprimidas no fluyen. Cuando las oraciones montan del revés. Nada soy sin voz, nada. Desterrada mi prosa y exiliadas mis rimas en un silencio trabado, obligado. Es entonces cuando el corazón de los sonidos deja de latir y duerme.     Después, en plena agonía, un grito contenido trepa por la sombra de la ignorancia y un nuevo silencio libre nace del silencio cautivo. Me oigo, vocalizo, y mi verso alumbra destellos callados que nacen fraseando siseos entre dientes. Es el silencio que decide por si mismo seguir siendo silencio…     ¡Vaya mierda de vino que he bebido! Más silencios a gritos... con Matices

Mi humilde opinión...

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Salté directamente de la calesa sevillana al Pájaro Azul que me llevaba a las tierras del Conde en sus dominios transilvanos. De la noche mágica con reflejos azabaches, al día húmedo y rigurosamente gris. En esta ocasión no vi al Conde, pero os juro que sentí su presencia. Casi una semana distante, que no ausente del calor recién implantado en el alma por esa gente que tiene el duende en el corazón. Hoy siete días después, repasando comentarios veo que en el Grupo han llovido chuzos de punta. Intentar recuperar detalles formales en el “uso” de la participación ha convulsionado los estamentos virtuales de este colectivo y ha propiciado un río de opiniones en uno y otro sentido. Compruebo con pesar que ya se han tomado decisiones que van en la línea de replantearse la participación futura y deseo que estas posturas se reconsideren. Mirar hacia otro lado no es mi forma de proceder, ya conocéis mi opinión al respecto. No es la primera vez que me complico la existencia pronuncián

Feliz 2014 (desde el descaro y la contradicción)

         Hoy, cuando caiga la noche y con ella la fiesta, todo quedará dispuesto para un nuevo día. Un día que amanecerá en silencio. Prólogo de un año en el que todavía nos tenemos que acomodar buscando la ocasión para reencontrar nuestro Yo. Ese, al que esta noche, con dos copas de más le haremos prometer que envejeceremos dignamente escribiendo en una servilleta sobre la espalda de nuestro acompañante la consabida retahíla de deseos de enfrentarnos a todos y contra todo, especialmente aquello que está quieto y se pudre. Seamos jóvenes y contradictorios, por vocación, por convicción, por naturaleza, porque SÍ...

Arusha, una imagen para el recuerdo.

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Mi alma no es una estación, sólo un apeadero donde las hierbas y rastrojos crecen hasta esconder esas dos líneas de hierro que nunca llegan a juntarse. Pero a veces, la vida te regala tiempo, el justo para ir, vivir y volver a contarlo. Y somos lo que somos, los olores y las imágenes que obtuvimos en el camino y que se  perpetúan  en nuestro recuerdo. Una segunda juventud, que, al igual que la primera, exige exaltaciones que se acomodan y estallan en esta nueva etapa tan parecida a una virginidad repentinamente rota.   ¿ Habrá trampa en todo esto? Sé que algunos se resisten ferozmente a esta experiencia, pero curiosamente, a veces, la emoción te estalla en plena cara, iluminando ese apeadero en donde últimamente ni los mercancías se paran.     Arusha, Mayo 2012

Mi "Plaza..." cumple años.

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¡Mi Plaza… cumple años! 6 razones para celebrarlo… (Una por año cumplido)   6  años de vínculos reales en un entorno virtual   6  años de milagrosa supervivencia en un medio fugaz y veloz.   6  años de soñar, arriesgar, reivindicar y errar.   6  años de descubrir corazones e imaginar caras.   6  años de compartir ánimos, alimentando un proyecto Cosmi-cómico que me sigue enamorando.   6 años de encuentros y desviaciones con el papel, que me recuerdan mi “punto de partida” En Fin,  6  años ya. Y es que... mi Plaza y yo, somos así. Gracias a todos por estar.

Este jueves, relato. El camino...

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Me canso de conducir y no amanece. Hace horas que entré en la autopista, todavía es de noche y en la oscuridad los kilómetros son suspiros envueltos en un bucle interminable. Atrás quedaron las grises dudas y los agrios sabores del desengaño, la traición, y la soledad obligada; esa que te golpea en el fondo del pecho y te desmonta como un castillo de naipes en una corriente de aire. Bad suena en el Auto-radio, tengo que parar en el área de descanso, ordenar mi mente, y luego dormir profundamente. El sueño me alejará a las antípodas de esta realidad, en la que cada minuto que paso en la carretera me envenena más. Necesito distanciarme, separarme de este muro de lamentaciones y empequeñecer a los personajes de esta comedia para percibir lo banal de la situación. Entonces, merecerá la pena. Paro… se me cierran los ojos. Me despierta el paso de un ruidoso camión, y la humedad que delatan mis pantalones no es onírica. No sé cuánto he dormido, pero estaba en la última

¿Estamos locos...?

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Foto de Publico.es

Desempolvando textos

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En alguna ocasión recordaba el desdichado destino que tienen nuestras entradas.  Se solapan unas a otras, amontonándose como expedientes de Juzgado y disfrutando de una corta vida; justo, la que tarda en aparecer la siguiente publicación. Afortunadamente no son testigos de papel que siendo actuales hoy, son el envoltorio del bocadillo de mañana, pero es ley de Blogger.  Hoy, cuando estoy próximo a las 500 entradas, lo hago rescatando aquel primer texto, con el que me estrené en los "Sábados Literarios..." en Abril de 2009 Qué pasaría si yo no fuera yo? Sé quien me gustaría ser, pero esa no es la cuestión, la cuestión es, ¿quién sería en realidad? Miro a mi alrededor y me fijo detenidamente en mis hipotéticos otros yos. Quizás aquel joven, vestido de semana santa,  solemne, serio y oscuro, está pálido y parece enfermo, camina demasiado deprisa y parece que va a ninguna parte para ser yo. Quizás este otro adulto, ¿Qué lleva puesto? parece un uniforme, variada

Este jueves, relato. En la quietud de la noche

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En la quietud de la noche, deambulo por la Gran Avenida. Es casi madrugada, y los escaparates de las tiendas permanecen oscuros. No se distingue su contenido. De lo que se trate, se confunde con la oscuridad. Los codiciados objetos de deseo y la noche son la misma cosa. Mejor aún, la noche se sabe lo que es, como huele, lo que mide, que música tiene y si llora o no, los objetos en cambio permanecen sin identificar, incoloros, mudos e inertes, sin corazón. En este inmenso establecimiento, se suponen miles de excusas, cientos de motivos que, de día deslumbran y acaloran. Decenas de peligros para nuestra irresponsable vanidad. Artilugios de autor de tiempos contados, tal vez oropeles exclusivos de estridentes formas, o criados de última generación incapaces de sonrojarse. Es la Modernidad, la Civilización. El “no va más” de nada. A oscuras intento adivinar el color de centenares de artículos expuestos y, todos son negros, el calor frío de unas imaginadas prenda

Amaneceres.

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Amanecí hace una eternidad. Amanecí contigo, de tu mano, de tu alma. Amanecí el día que supe lo mucho que se podía querer, lo mucho que tú me quieres y lo mucho que te quiero yo. Amanecí el día que encontré la adolescencia perdida, la locura temida, el vértigo deseado y la rebeldía estimulante. Amanecí cuando el tiempo se detuvo, y extrañamente nunca más anocheció.