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Mostrando entradas de marzo, 2008

...New York, infinito (1)

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Oí decir que el lema que preside la vida en esta frenética ciudad es “Ride the Wave” algo así como “Cabalgar en la cresta de la Ola” una forma de entender y personalizar un estilo de vivir lo cotidiano, pero aún siendo cierto, New York no sería la gran ciudad que es, si no proporcionase otras alternativas diametralmente opuestas en las que la tranquilidad, el ocio sosegado, la contemplación y el descanso compartido, no fueran estímulos placenteros y reconfortantes y prueba de ello son algunos ejemplos como los paseos tempraneros por Central Park , una dilatada visión del Skyline desde el Brooklyn Heights Promenade , una lectura corta en el Walt Witman Park o incluso un reencuentro con la paz y el silencio asistiendo a la Solemne “Celebration of the Lord’s Pasión” con el “Miserere mei Deus” de Allegri o el “O vos omnes” de Casals en la Holy Family Church . Pero esa hiperactividad de la que difícilmente queremos escapar contagia sin excepción a propios y extraños que acudimo

Un dúo de entonces

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La primera chica de la que me enamoré, se llamaba Blanca , apareció un día en el barrio y de pronto, se tambalearon las inocentes relaciones que hasta ese momento todos los niños y niñas del vecindario soñábamos como definitivas, acababa de llegar un ángel y como si de la propia Marisol se tratara, cautivó a propios y extraños. Su familia se instaló en un bajo, a la vez comercio y vivienda situado justo en la esquina de la Av. Gaspar Aguilar con la calle Agustina de Aragón , y estableció en lo que había sido hasta entonces un viejo ultramarinos, una moderna tienda de comestibles, dejamos de comprar queso y mortadela envueltos en papel de estraza, el aceite ya no lo obteníamos en cualquier recipiente medido en un aparatoso artilugio de cristal y con la aparición de los primeros refrigeradores dejamos de comprar el hielo en barras, pero cualquier excusa era buena para dejarse ver por la tienda-casa de los Sres. de Luna . Blanquita , como le