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Este jueves, relato: Concurso y Adivina, adivinanza

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El tema para este jueves es: «Adivina, adivinanza» Se trata de escribir sobre un lugar, ciudad, monumento, etc. dando suficientes pistas y sin descubrir el lugar. Los lectores utilizaremos las pistas para intentar adivinar de qué lugar se trata, dejando nuestra respuesta en «comentarios». Después de haber entregado todos los libros comprometidos de «Este jueves, relato II», han sobrado 10 ejemplares que vamos a entregar entre los jueveros que lo deseen.  Para esto he añadido en el título el apartado «Concurso» que consiste en lo siguiente: Adelantaré mi relato en esta misma convocatoria a modo de ejemplo, de forma que después de leerlo y adivinar de que lugar se trata me mandéis un correo  (alfredocot@gmail.com)  con la solución. Las cinco primeras respuestas acertadas que mandéis recibirán  dos ejemplares sin cargo alguno en su domicilio, indistintamente de donde sea. Recordar: 1.- Solamente las cinco primeras respuestas acertadas de mi relato serán las premiadas

Este jueves, relato: Jueves olímpico

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Bolt se mantiene erguido, apoya la planta de sus Nike en la superficie porosa marcando sobre la arena rojiza la evidencia en la búsqueda de una mejor posición. Hunde la punta de su zapatilla para lanzarse en el primer salto. Espera concentrado el disparo que anuncia la salida. Su cuerpo proyecta a través de su sombra, ligeros y oscilantes movimientos hasta encajar ambas figuras en un todo absolutamente controlado. Su sombra y él son uno, juntos, a volar hacia la gloria. Pauta su respiración hasta memorizar los latidos. Siente el ritmo de sus pulsaciones y sueña; es lo único que reclama su atención: 135, 140, 145... golpean secuencialmente en el fondo de su pecho. Su habitual silueta, se desvirtuaba perfilando en su perímetro corporal las alteraciones propias de un tono muscular en alerta, especialmente los gemelos que presionaban sobre su piel en un intento de escapar hacia adelante. Un sudor helado le corre por la frente cuando ve por el rabillo del ojo, levantar el

Este jueves, relato: Miedos infantiles.

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Está arriba del armario. Se asoma detrás de una vieja maleta de esas de cartón-tela con rayas marrones.  Es grande, feo, gris, oscuro..., muy oscuro. Se confunde con la negrura de la noche y su sombra se pasea acompañando el reflejo que, cada vez que pasa un coche por la calle, su destello ilumina la pared frontal. Tiene que ser malo, con esa pinta y escondido, no augura nada bueno. Desaparece cuando enciendo la luz, obvio, no quiere delatarse. Eso me obliga a dormir, cada noche y desde niño, con la luz encendida. Sigue allí en lo alto, escondido tras la maleta. Lo adivino, lo intuyo. A oscuras, situación que trato de evitar a toda costa, huele a rancio, a viejo, a podrido. Hoy con 68 años sigo durmiendo con la luz encendida, porque cuando la apago su sombra sale de detrás de la vieja maleta y su olor es insoportable. Más de miedos infantiles en el Blog de Charo