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Este jueves, relato. Homónimas y Polisénicas.

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     Hoy es nuestro aniversario, debería estar contento y  sin embargo me embarga la ansiedad. Siento la presión como una ola traicionera que me abate sin decir ni hola . Necesito estirar las piernas, me levanto de la mesa y me dirijo a la cocina; dentro, Jorge se pelea con una cabeza de ajos. Extrae de ella el más pequeño y agita el ajito hasta dejarlo inmaculado. Vacilo al acercarme y mantengo la distancia, mi tos de estos días esconde un bacilo invisible que no quiero compartir. Jorge, es mi pareja, bello como un David luciendo un ensortijado vello .  Regreso a mi mesa y espero con semblante grave , que mi pecado no se grabe en mi mirada. Hoy es nuestro aniversario y tengo que decirle que me he enamorado de otro. Más palabras de estas planean en las Llanuras de Auxi

Los domingos... Limpieza General. "Balú" (Aireando viejos relatos)

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      Balú, era un pequeño Pub. Tan pequeño que a veces para bailar, había que retirar los cuatro sillones que tenía en el pasillo que daba a los baños. El ambiente era tan íntimo y familiar que solo con frecuentarlo reconocías al resto de los parroquianos, incluso echabas de menos a los ausentes. Su propietario, José, era el hilo conductor que relacionaba clientes y acontecimientos, como un maestro de ceremonias multidisciplinar que igual preparaba un contundente Dry Martíni, que pinchaba la música más adecuada para cada momento. Visita tras visita y como si lo hubiéramos pactado los mismos asientos, de esta forma, la música, las copas, los aperitivos, los asientos y José se repetían casi de memoria, día tras día. El local que abría como bar desde primera hora de la mañana, mantenía una actividad razonable y ordenada en horas de desayunos y aperitivo, pero era al anochecer cuando el local se vestía con un lúdico atractivo que invitaba a esconderse entre los estampados de l

Este, jueves relato. Me perdí en la Noche

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La noche... que larga es la noche. No era la primera vez. Aquella noche me perdí queriendo. La buscaba con la inconsciencia que dan unas copas de más. Fantasías en las que se respira el salitre que despide la proximidad del Mar. Me veía en sepia, perdidamente perdido. Horas de vanidades y cobardías disfrazadas. Horas de mirar por encima del hombro y abrirse paso a empujones. Horas falsas como la falsa moneda, y sin embargo… la buscaba. Aún no eran las dos de la madrugada, y ya empezaba a hablar solo. -Por aquí no pasa un alma- me dije. El silencio me abraza y a veces se transforma en miedo y pesa. No había nadie con el que presumir, seducir o intentar engañar. Ya no era el más fuerte, el más rápido. Me quedé quieto paralizado, echándome un pulso a mí mismo, que obviamente iba a perder. Expuesto en la oscuridad, imaginé la escena perfecta, la más cáustica. La ironía más agónica. La necesidad más feroz, dependiente y comprometida. Incluso vi páginas en blanco par