La leona herida


Deambulo por la sabana, perdida, herida y abandonada. La tierra ya no huele a mí.
No me acostumbro a caminar viendo alejarse los lomos de mis iguales. Mis fuerzas está mermadas, casi desaparecidas y me cuesta seguir el rastro.
No sé qué me espera, de momento sombras e indefensión.
He perdido los encantos para encantar y con él el instinto  para acertar en la encrucijada de ese presente –ya pasado- que me asaltó cruel y devastador. Sólo sé que de pronto los olores son más ácidos y rancios.
Sigo a nada y persigo a nadie confundiendo horizontes. ¡Un soplo de aire que me reanime! ¡Algo de humedad con la que lamerme las heridas! 

Sola en la sabana, preparada para lo peor, lejos de mis amigos y cerca –demasiado- de mis enemigos me enfrento resignada a mi destino. No puedo imaginar que no quede un hilo de vida para mí.

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