Los domingos... Limpieza General. "Balú" (Aireando viejos relatos)


     Balú, era un pequeño Pub. Tan pequeño que a veces para bailar, había que retirar los cuatro sillones que tenía en el pasillo que daba a los baños. El ambiente era tan íntimo y familiar que solo con frecuentarlo reconocías al resto de los parroquianos, incluso echabas de menos a los ausentes.
Su propietario, José, era el hilo conductor que relacionaba clientes y acontecimientos, como un maestro de ceremonias multidisciplinar que igual preparaba un contundente Dry Martíni, que pinchaba la música más adecuada para cada momento.
Visita tras visita y como si lo hubiéramos pactado los mismos asientos, de esta forma, la música, las copas, los aperitivos, los asientos y José se repetían casi de memoria, día tras día.

El local que abría como bar desde primera hora de la mañana, mantenía una actividad razonable y ordenada en horas de desayunos y aperitivo, pero era al anochecer cuando el local se vestía con un lúdico atractivo que invitaba a esconderse entre los estampados de las cretonas que forraban sus paredes. La iluminación competía tímidamente con la noche creando un ambiente de claroscuros, y la música que se oía hasta bien entrada la noche se paseaba lentamente entre Baladas y Clásicos del Swing.
Jose, desde un más que premeditado control se dejaba querer, solo para los momentos de mayor aglomeración a altas horas de la madrugada buscaba ayuda, mientras tanto él se bastaba para atender con una memoria y eficacia inusual a todos los clientes.
Quizá no era su intención, pero tal y como avanzaba la noche, la elección de la música iba adquiriendo más protagonismo y los temas que hasta ese momento solo habían fondeado el murmullo de nuestras tertulias nos contagiaba de un ritmo que nos levantaba de nuestros asientos.


     No recuerdo cuándo fue la primera vez, ni quien la inició, pero sí recuerdo la canción “Lobo hombre en París” El tema de La Unión y nuestro deseo reprimido por un falso pudor que por otra parte estábamos dispuestos a obviar, propició que a partir de ese momento el diminuto Local de encuentros y tertulias, cada noche se convirtiera en la Sala de Baile mas trepidante y cuarentona de la Ciudad, todos bailábamos con todos, según venia el “tempo” lento o rápido y José con todas, hasta que el amanecer nos sorprendía a través de los ventanales de aquel entrañable local.

                        

Comentarios

  1. Dan ganas de haber compartido con José y sus parroquianos, al menos una de esas veladas.
    =)

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  2. ¡¡Qué envidia!, me hubiera gustado estar allí alguna noche.

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  3. Y esa Pantera Rosa... con trocitos de almendra, ¡hmmmm!

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  4. Recuerdo ese tema, inspirado en un cuento de Boris Vian. Y recuerdo el video, que me confunde un poco.
    ¿El lobo hombre mata a la mujer? Porque creo que aparece despues como si nada.

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